Imagina la simplicidad de pisar el acelerador y dejar que todo lo demás se resuelva solo. Conducir un coche automático transforma el acto de conducir en algo mucho más sencillo y, a veces, más disfrutable. Para sacarle el máximo partido, hay algunas cosas que conviene tener en cuenta. Con pequeños ajustes y entendiendo bien cómo responde el coche, cada trayecto puede convertirse en una experiencia verdaderamente cómoda y, sobre todo, placentera.

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¿Qué es un coche automático?


Un coche automático es la simplicidad hecha vehículo, una experiencia que redefine la conducción. Atrás quedan los movimientos repetitivos del cambio manual; con los automáticos, el coche decide por ti. El embrague desaparece y solo quedan dos pedales: acelerador y freno. El coche se adapta a la velocidad, permitiéndote centrarte en disfrutar del trayecto. Sientes cómo la conducción fluye, todo parece más suave y sencillo. En esos momentos de atasco, cuando ya no tienes que preocuparte por embragar y cambiar de marcha, te das cuenta del confort que ofrece un coche con caja de cambios automática.

¿Cómo funcionan los coches automáticos?

  • Conoce las posiciones: P (Parking), R (Reverse), N (Neutral), D (Drive). Familiarízate con ellas antes de arrancar.
  • Usa solo el pie derecho: Acelera y frena con el mismo pie; olvida el izquierdo para evitar frenadas bruscas.
  • Arranca con suavidad: Siempre con el coche en P, pisa el freno antes de cambiar a D o R.
  • Frena siempre antes de cambiar: No cambies de marcha sin detener completamente el coche; protege los engranajes.
  • Aprovecha las funciones adicionales: Modos como S (Sport) o B (Brake) pueden optimizar tu experiencia en diferentes condiciones de conducción.
  • Así se arrancan: Primero, pisa el freno y coloca la palanca en la posición P, asegurándote de que el freno de mano esté activado. Para iniciar el viaje, solo desplaza la palanca a D y suavemente levanta el pie del freno. Sientes cómo el coche se mueve con una elegancia pausada, casi como si entendiera que, en ese momento, la prisa no tiene lugar. Al presionar el acelerador, la respuesta es fluida y sin esfuerzo. Con un coche automático, cada arranque es una invitación a disfrutar del camino, sin complicaciones ni distracciones innecesarias.

Ventajas y desventajas

Conducir un coche automático es un verdadero cambio de perspectiva, y aunque pueda parecer que simplemente es “acelerar y frenar”, las sensaciones van mucho más allá. Entre sus ventajas, destaca la comodidad de no tener que preocuparte por el embrague ni los cambios de marcha, lo cual se traduce en una conducción mucho más fluida y relajada, especialmente en ciudad y en esos molestos atascos interminables. Además, el sistema automático puede optimizar el consumo de combustible al realizar los cambios en el momento más adecuado, algo que no siempre logramos con un cambio manual.

Sin embargo, no todo es perfecto. El precio de un coche automático suele ser más elevado, y el mantenimiento de la caja de cambios puede resultar más costoso y exhaustivo debido a su complejidad. Además, aunque los cambios han mejorado notablemente, algunos modelos aún presentan un mayor consumo de combustible. Al final, se trata de una experiencia de conducción que apuesta por la comodidad y la seguridad, aunque a cambio de asumir algunos gastos adicionales y un ligero incremento en el consumo en ciertas situaciones. Es por eso, por lo que la gran mayoría de los conductores que optan por conducir un coche automático no dudan en conducirlo con la modalidad del renting para ahorrarse esa gran cantidad de dinero en reparaciones.

Tipos de cambio automático

  • Convertidor de par: Tradicional, conocido por su suavidad y durabilidad, aunque con un ligero aumento en el consumo.
  • Doble embrague: Rápido y preciso, ideal para quienes buscan una conducción más deportiva sin renunciar a la comodidad.
  • CVT o variador continuo: Ofrece una experiencia de conducción suave y sin tirones, perfecto para quienes priorizan la eficiencia.
  • Manual pilotada: Mezcla lo mejor de ambos mundos, manteniendo la esencia del cambio manual pero sin el uso del embrague.

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Doble embrague

A diferencia del cambio manual, donde cada marcha se siente como un paso marcado por la coordinación entre pies y manos, el doble embrague en un coche automático ofrece una experiencia mucho más fluida. Con este sistema, el cambio de marchas es tan rápido y preciso que apenas se percibe, y esa suavidad hace que conducir se sienta casi como un paseo sin esfuerzo, especialmente en la ciudad o en trayectos con mucho tráfico. Es un tipo de transmisión semiautomática que tiene dos embragues: uno para las marchas impares y otro para las pares. Esto permite cambiar en décimas de segundo, minimizando la pérdida de potencia y haciendo que el coche responda con una inmediatez sorprendente.

Convertidor de par:

El convertidor de par es como un secreto bien guardado en el mundo de las transmisiones automáticas. A diferencia de la rigidez de un embrague tradicional, este sistema utiliza la magia de la hidráulica para transmitir la potencia del motor a la caja de cambios. El aceite se mueve entre las palas de la bomba y la turbina dentro del convertidor, consiguiendo el poder bruto del motor en movimiento suave y continuo. El convertidor de par también tiene un as bajo la manga: amplifica el par motor, lo que resulta en un impulso extra al arrancar desde parado, perfecto para mover vehículos más pesados o para esas aceleraciones iniciales que a veces nos sorprenden. Esta característica lo hace ideal para coches grandes o aquellos que necesitan tirar de un remolque.

¡Estas son las marchas que tiene!

Las marchas de un coche automático son bastante sencillas de entender, pero marcan toda la diferencia en la experiencia de conducción. Empezamos con la P de Parking, donde el coche queda asegurado; la R de Reverse, para la marcha atrás; la N de Neutral, que funciona como el punto muerto; y la D de Drive, que es la marcha adelante y probablemente la más utilizada en el día a día. También podrías encontrar otras letras como la S de Sport, que transforma la conducción en una experiencia más dinámica, estirando las marchas para sacar más potencia; o la B, común en híbridos y eléctricos, que aumenta la retención y permite una conducción regenerativa. Entender estas posiciones no es solo saber cómo moverse, es conocer el corazón de tu coche, esa conexión íntima que te invita a relajarte y confiar en que, con cada movimiento de la palanca, tu vehículo sabe exactamente lo que necesita para darte el mejor recorrido.