Renting Nissan GT-R

Desde el primer momento en que me puse al volante, supe que este coche iba a darme muchas alegrías. No es solo cómo acelera o cómo toma las curvas, es la sensación de control absoluto, de que el coche responde a cada pequeño movimiento del volante como si estuviera leyendo mi mente. Lo probé en una carretera de montaña con curvas cerradas y buen asfalto, y la estabilidad es impresionante. La dirección es precisa, los frenos tienen una respuesta impecable y la suspensión está tan bien calibrada que te permite sentir la carretera sin castigarte.

Pero si hay algo que me ha enamorado de verdad, es la manera en la que transmite confianza. Puedes exprimirlo al máximo y sigue pegado al suelo, sin sustos. Me encantó la posición de conducción: te sientes parte del coche, no como un simple pasajero que mueve el volante. Y los detalles del interior, aunque no sean los más lujosos del mundo, tienen ese toque que te hace sentir en un coche especial.

• El sonido del motor es de esos que ponen los pelos de punta.
• La respuesta del acelerador es instantánea, sin retrasos ni titubeos.
• El diseño exterior sigue siendo un imán para las miradas.

Ahora bien, no todo es perfecto. En un viaje largo, la suspensión firme se nota y puede hacerse algo cansado en carreteras en mal estado. Y el espacio trasero… digamos que si llevas pasajeros altos, mejor que no sean demasiado exigentes con la comodidad. Pero incluso estos detalles tienen su lado positivo: este coche no está pensado para el confort absoluto, sino para disfrutar al volante.

Si te gusta conducir de verdad, este coche te va a sacar una sonrisa en cada curva. No es perfecto, pero es justo esa imperfección la que le da carácter y lo hace tan especial.