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El Mazda MX-5, lanzado en 1989, revolucionó el segmento de los roadsters al ofrecer una combinación única de diseño ligero, manejo equilibrado y tracción trasera. Con su motor delantero y un espacio para dos pasajeros, se concibió siguiendo la filosofía japonesa del “Jinba Ittai”, que significa en esencia, la unión entre el caballo y su jinete. El Mazda MX-5 (1989) incluyó inicialmente un motor 1.6L de 4 cilindros que generaba 115 CV de potencia, asociado a una caja de cambios manual de cinco velocidades, marcando un hito en la historia de los deportivos asequibles.
Desde su lanzamiento, el Mazda MX-5 (1989) se ofreció en diferentes variantes de carrocería que incluían:
El año 1989 es especialmente significativo en la historia del automóvil, ya que marcó la aparición del Mazda MX-5. Este modelo fue pionero en redefinir los roadsters contemporáneos, ofreciendo diversión y accesibilidad.
Las versiones del Mazda MX-5 han evolucionado a lo largo de los años, pero la unidad de 1989 empezó con una oferta sencilla, centrada en un solo modelo que posteriormente daría lugar a más variaciones y ediciones especiales.
Características generales del modelo de 1989 incluyen:
Comodidad9,0
Seguridad9,7
Calidad/Precio9,1
Diseño9,2
El precio del Mazda MX-5 en 1989 fue uno de sus grandes atractivos. Posicionado como un deportivo accesible, ofreció una excelente relación calidad-precio que lo hizo alcanzar una popularidad masiva en el mercado global.
Las fichas técnicas del Mazda MX-5 (1989) destacaron por sus medidas compactas y un enfoque en la sencillez y la eficiencia. Los acabados se centraron en la funcionalidad sin sacrificar el confort y el estilo deportivo.
La gama de colores y pinturas disponible en el Mazda MX-5 (1989) incluyó opciones tanto clásicas como atrevidas, permitiendo a los clientes personalizar su vehículo según su gusto personal.
El Mazda MX-5 (1989) estaba equipado con llantas de aleación ligera, diseñadas no solo para mejorar la estética sino también para optimizar el rendimiento al reducir la masa no suspendida y mejorar la respuesta de la dirección.
Descubra el confort inigualable del Mazda MX-5 (1989) con sus asientos deportivos que abrazan su silueta en cada curva. La tapicería, disponible en materiales de alta calidad, aporta un tacto y un aspecto que realzan la experiencia de conducción. El diseño intuitivo del interior asegura que cada control esté al alcance de la mano, permitiendo un manejo disfrutable y sin esfuerzos. Sumérgete en un habitáculo pensado para el placer de conducir.
El Mazda MX-5 (1989) está equipado con características de seguridad que protegen a sus ocupantes. Estructuras de absorción de impactos, barras de protección en caso de vuelco y cinturones de seguridad con pretensores son solo el comienzo. Los sistemas de frenos de alto rendimiento garantizan una desaceleración eficaz, y la agilidad de su manejo proporciona un control excepcional que puede evitar accidentes. La seguridad activa y pasiva del MX-5 origina confianza tanto en carreteras abiertas como en tráfico intenso.
Aunque el Mazda MX-5 (1989) es un clásico, su sistema de audio no se queda atrás. Disfruta de un sistema de sonido que te permite escuchar tu música favorita con claridad y definición. Aunque los modelos iniciales pueden no incluir las últimas tecnologías en conectividad, los amantes de la pureza en conducción valoran esta experiencia sin distracciones, centrada en el vínculo entre el coche y la carretera.
El Mazda MX-5 (1989) ofrece una gama de opcionales exteriores que resaltan su naturaleza deportiva. Líneas clásicas con una capota convertible que define su silueta, ruedas de aleación que complementan su dinamismo y una paleta de colores que subraya su diseño atemporal son solo algunos ejemplos de la personalización que podía acentuar su carácter único.
En el habitáculo, los detalles marcan la diferencia en el Mazda MX-5 (1989). Con opciones de personalización que van desde inserciones en diferentes acabados hasta elementos de confort como aire acondicionado, cada MX-5 puede ser tan único como su conductor.
Para aquellos buscando mejorar aún más su Mazda MX-5 (1989), existen paquetes opcionales que incluyen mejoras tanto estéticas como funcionales. Desde paquetes de diseño para aquellos que desean destacar hasta paquetes de rendimiento para los amantes de las altas velocidades, cada paquete está diseñado para realzar la experiencia de conducción.
Los opcionales disponibles para el Mazda MX-5 (1989) reflejan la filosofía de calidad y personalización de la marca. Por ejemplo, la oferta de capotas de diferentes materiales y colores permite a los propietarios optar por la practicidad o el estilo. En el interior, la selección de accesorios como volantes deportivos y pedales de aluminio añaden un toque de deportividad y exclusividad. El resultado es un vehículo que no solo es un placer conducir, sino también admirar.
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El Mazda MX-5 de 1989 tiene un rango de potencia que generalmente varía desde aproximadamente 115 CV en sus versiones más básicas hasta alrededor de 130 CV para las variantes con un rendimiento ligeramente superior.
El motor del Mazda MX-5 de 1989 tiene una cilindrada que va desde los 1.6 litros hasta los 1.8 litros en los modelos más adelante en su producción.
Sí, aunque el Mazda MX-5 de 1989 se lanzó originalmente como un roadster con techo de lona, más adelante se ofrecieron variantes con opción de techo duro desmontable.
El Mazda MX-5 de 1989 está equipado principalmente con una transmisión manual de 5 velocidades, aunque en ciertas regiones y versiones se podría disponer de una transmisión automática de 4 velocidades.
La velocidad máxima del Mazda MX-5 de 1989 puede variar, alcanzando aproximadamente entre 180 y 200 km/h dependiendo de la versión y las especificaciones del motor.
El Mazda MX-5 de 1989 tiene una carrocería de tipo roadster, caracterizada por ser un vehículo convertible de dos puertas y dos plazas, optimizado para una experiencia de conducción placentera y deportiva.
El Mazda MX-5 de 1989 es considerado relativamente eficiente para su época y clase, ofreciendo una economía de combustible promedio que puede estar entre los 8 y los 10 litros por 100 kilómetros, variando según el uso y el tipo de conducción.