El Alpina B10 de 1988 destaca por ser una interpretación exclusiva y mejorada de los ya renombrados modelos de BMW. Con ajustes enfocados en la potencia, manejo y comodidad, Alpina trajo al mercado un coche que no solo reflejaba lujo, sino también una capacidad técnica excepcional. Sus motores optimizados y su diseño interior refinado ofrecen una experiencia de conducción única, manteniendo el estilo clásico pero con toques distintivos de la marca Alpina.
El B10 de 1988 se ofrecía en variantes de carrocería sedan y station wagon. Cada versión disponía de diferentes configuraciones de motor y transmisión.
En 1988, Alpina introdujo una gama que mejoraba los ya competentes modelos de BMW Serie 5. El B10 llegó con un enfoque en la deportividad sin comprometer la elegancia o confort. Con ajustes específicos en motorización, suspensión y estética, este coche reflejaba la filosofía de Alpina de combinar alto rendimiento con lujo cotidiano. Eran vehículos muy personalizables, con numerosas opciones que permitían a los compradores crear un coche a su gusto y necesidades.
El Alpina B10 sobresale por su rendimiento óptimo y un interior lujoso. La atención al detalle es evidente en su diseño distintivo y las opciones de personalización que ofrece.
Comodidad9,4
Seguridad9,1
Calidad/Precio8,8
Diseño9,1
El precio del Alpina B10 en 1988 reflejaba su exclusividad y altas prestaciones. Como coche de nicho, se posicionaba en un segmento premium, accesible para un público que valoraba la ingeniería y la calidad alemanas.
Las fichas técnicas del Alpina B10 detallan sus avanzadas suspensiones, sus eficientes sistemas de frenado y su puesta a punto específica en motorización. Los acabados del interior incluyen materiales de alta calidad, asientos deportivos y detalles únicos de Alpina. Las medidas del B10 aseguran un espacio confortable tanto para el conductor como para los pasajeros, sin sacrificar la aerodinámica y la estética deportiva característica de la marca.
Los colores distintivos de Alpina, como el azul y el verde, adornaban la carrocería del B10. Las pinturas ofrecían un acabado superior que realzaba la elegancia y presencia del vehículo.
Las llantas del Alpina B10 eran una declaración de estilo, con diseños exclusivos y fabricadas con materiales que no solo mejoraban la estética, sino también la performance. Las llantas clásicas de Alpina presentaban un diseño multirradio que se ha convertido en un sello distintivo de la marca, ofreciendo rendimiento optimizado y contribuyendo a la exclusividad del vehículo.
Los asientos del Alpina B10 de 1988 ofrecían un confort excepcional, ensalzado por tapicerías de alta calidad que eran el reflejo del lujo y la deportividad que caracterizan a la marca. Con una confección impecable, los asientos podían venir en cuero o Alcantara, materiales que aportaban no solo una estética refinada, sino también una durabilidad y comodidad superiores. El ajuste ergonómico era un punto clave, permitiendo a los conductores y pasajeros disfrutar de viajes largos sin sacrificar el bienestar. La combinación de materiales nobles, junto con la atención al detalle en las costuras y acabados, hacían del habitáculo del Alpina B10 un lugar donde la calidad y el diseño iban de la mano.
El Alpina B10 de 1988 incorporaba sistemas de seguridad avanzados para la época, resaltando la protección como un pilar fundamental en su diseño.
La experiencia auditiva en el Alpina B10 era destacable, con un sistema de sonido que ofrecía una calidad acústica notable, complementando así la sensación de exclusividad y confort.
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En la búsqueda de la perfección, Alpina ofrecía un abanico de opciones para satisfacer a los clientes más exigentes. Desde mejoras en el sistema de escape para incrementar su sonoridad y rendimiento, hasta sistemas de suspensión ajustables que permitían adaptar la respuesta del vehículo a las preferencias y necesidades del conductor. Los frenos también podían ser mejorados para ofrecer una capacidad de detención superior, ideal para aquellos que deseaban llevar su B10 al límite en circuito. En cuanto a la estética, existían opciones de personalización que incluían spoilers, faldones y difusores que no solo mejoraban la aerodinámica, sino que también acentuaban su carácter deportivo. El Alpina B10 se convertía así en una extensión de la personalidad de su propietario, un vehículo tan único como quien lo conducía.
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El Alpina B10 de 1988 ofrece una gama de potencias que varían aproximadamente entre los 254 y 360 CV, dependiendo de la versión específica y las modificaciones realizadas por Alpina.
La cilindrada de los modelos de Alpina B10 puede oscilar entre los 3.0 y 3.5 litros, correspondiendo a las variantes de motorización que Alpina ha adaptado sobre la base de los modelos BMW serie 5 de la época.
Como un coche basado en el BMW serie 5, el Alpina B10 típicamente cuenta con cinco asientos, proporcionando un interior espacioso y cómodo para todos los pasajeros.
La velocidad máxima del Alpina B10 puede variar dependiendo del modelo y la configuración del motor, pero generalmente se sitúa en un rango que va desde los 240 hasta más de 280 km/h.
El Alpina B10 está equipado con transmisiones manuales o automáticas, que varían según el año de fabricación y el modelo específico, ofreciendo a los conductores una experiencia de conducción deportiva con el sello característico de Alpina.
El Alpina B10 originalmente estaba basado en vehículos de tracción trasera, pero existen versiones más modernas y modificaciones que pueden incluir sistemas de tracción total, aunque no son comunes para los modelos de 1988.
El consumo de combustible del Alpina B10 varía significativamente dependiendo del modelo y la motorización, con rangos que pueden ir de unos 10 a 15 litros cada 100 kilómetros en ciclo combinado, reflejando tanto su enfoque de alto rendimiento como las tecnologías de su época.